SILENCIO MARGINAL


 EDUARDO CASALI - LAUTARO CASTRO - MAXIMILIANO CECI

1ra. Edición: 2014
Editorial: Punto de Encuentro Editorial
Prólogo: Sergio Pujol


A mediados de los ’60, el rock argentino surgió como un movimiento que trastocó los principios de un Estado conservador, posicionándose desde un espacio contracultural.

A pe­sar de que muchos historiadores coinciden en que fue uno de los movimientos artísticos que menos sufrió la represión estatal, Eduardo Casali, Lautaro Castro y Maximiliano Ceci, a través de los entrevistados, dan cuenta de que las persecuciones existieron: en la censura de discos, detenciones diarias e irrupciones en recitales.

Silencio Marginal reconstruye la cartografía de los lugares que funcionaron como punto de encuentro de las bandas (Instituto Di Tella, Plaza Francia, La Perla y La Cue­va).
El relato desmenuza las influencias inglesas y norteamericanas -Jimi Hendrix, Bob Dylan, Elvis y principalmente The Beatles y The Rolling Stones- y latinoamericanas -Los Shakers y Los Teen Tops- que nutrieron a los músicos, en conjunto con las raíces del folclore y tango, para empezar a componer rock en español.
No se trata de un trabajo puramente centrado en el aspecto artístico sino que éste se entrelaza, necesariamente, con el contexto político, social y cultural de entonces, no sólo en el país sino también a nivel global.

Los músicos Rodolfo García, Emilio Del Guercio, Claudio Gabis, Willy Quiroga, Kubero Díaz, Black Amaya, Ciro Fogliatta, Héctor Starc y Jorge Durietz aportan un testimonio sincero, profundo y vivencial sobre el surgimiento de la cultura rock en Argentina.
Ellos comenzaron con letras de amor y traducciones de temas ingleses al español. Lo lírico y lo poético se hi­cieron presentes con la aparición de Almendra, Manal y Los Gatos.
Desde Quilmes, Vox Dei trajo sus aires de rock pesado. En el barrio de Belgrano nació el primer dúo acústico, Pedro y Pablo, y en La Plata un grupo de entrerrianos comenzó la vida en comunidad, impri­miéndole al rock un estilo psicodélico: La Cofradía de la Flor Solar.
En la antesala de los ’70, Norberto Na­politano, después de un viaje por Europa, plasmó en Pappo’s Blues el estilo que lo acompañaría por el resto de su trayectoria.
Luis Alberto Spinetta, influenciado por el rock inglés de Led Zeppelin, dio a conocer su faceta más vertiginosa de la mano de Pescado Rabioso, mientras que otra parte de Almendra se volcó al rock progresivo: Aquelarre.

Arriba: HECTOR STARC, WILLY QUIROGA Y EMILIO DEL GUERCIO
Abajo: BLACK AMAYA, KUBERO DIAZ Y RODOLFO GARCIA


Este trabajo, dotado del recuerdo y la nostalgia de los entrevistados, brinda infinidad de anécdotas com­partidas entre los artistas en sus diferentes etapas: desde cómo Javier Martínez se planteó cantar en cas­tellano en el pequeño cuarto de Héctor Starc, pasando por la detención de Black Amaya y Pappo en una pla­za de Chacarita mientras comían un pancho, hasta la noche en que Willy Quiroga acompañó a B.B King al aeropuerto después de compartir una cena.

En el Prólogo, el historiador y periodista Sergio Pujol explica que “la entrevista emerge entonces como la herramienta favorita de la historiografía de la música popular, quizá porque toda historia empieza siendo periodismo, así como el buen periodismo se apropia, finalmente, de las formas de la historia.

El desafío que se plantearon Casali/Castro/Ceci tiene algún parecido con el que interpeló a los pioneros antes citados, aunque se impone una diferencia bastante importante: en las páginas de Silencio Marginal - Memorias del rock argentino, el pasado que se quiere rescatar no es inmediato. Se trata, en cierto modo, de un pasado-pasado, y por lo tanto ya fue objeto de las mitificaciones con las que se modela todo relato canónico.

Por supuesto, el rock argentino, como en su tiempo el tango, necesitaron fijar hitos fundacionales para sus respectivas narrativas genéricas: “he aquí la historia del rock en la Argentina…”. Si bien el libro de Casali/Castro/Ceci no llega con espíritu revisionista (en verdad no hay grandes desacuerdos entre testimonios de unos y otros), sirve para enriquecer, coralmente, eso que llamamos historia del rock argentino.